30 de septiembre de 2013

Abre los ojos

"Conoce primero los hechos y luego distorsiónalos cuanto quieras" Mark Twain

En multitud de ocasiones cuando miramos un periódico, o simplemente observamos un artículo publicitario, solemos retener el titular que nos presentan sin profundizar en el contenido. Los problemas económicos y sociales que nos rodean nos absorben tanto, que nos quedamos contemplando el dedo y olvidamos la luna.

Fuente: labolsadelmercader.wordpress
El desarrollo capitalista se basa en una explotación intensiva y en muchos casos irresponsable de las fuentes de energía. Este modelo de crecimiento económico como indicador clave del bienestar del sistema se está colapsando debido a que sus recursos principales se encuentran en continua disminución, lo que provoca una competencia por los mismos, un mayor coste de producción y unos efectos medioambientales derivados de un sistema ecológicamente insostenible.

Es la consecuencia de vivir en un mundo finito. Si bien hay grandes cantidades de petróleo, gas, carbón y minerales (como uranio, oro, cobre, litio), tendemos a extraer primero los de más fácil obtención y que además son los de primera calidad, hasta que finalmente, nos encontramos que es cada vez más costoso económica y energéticamente extraer cantidades suplementarias de estos elementos. 

Frente a la obviedad de los límites físicos del planeta, los modelos económicos exigen un crecimiento sin fin para su propia viabilidad por lo que actúan desde la premisa que no hay tales limitaciones. Sin embargo, estas fronteras existen y se están empezando a manifestar en forma de desequilibrios financieros. Los problemas con el petróleo y con el resto de las materias primas no comienzan cuando se agotan por completo, sino cuando su oferta empieza a no poder atender la demanda, es decir, cuando la producción anual empieza a decaer. La disminución de la cantidad de energía neta disponible para la sociedad implica una cierta contracción económica imposible de contrarrestar únicamente con mejoras de la eficiencia. El punto crítico de cualquier recurso es la llegada a su pico de producción máxima.

En el caso del petróleo convencional, cuyo cenit se alcanzó en 2006 tal como finalmente reconoció la Agencia Internacional de la Energía, los síntomas son un aumento de precios y la escasez de suministro. En una economía en constante evolución, el alza de los precios se compensa con una mayor inversión económica en la búsqueda de más recursos, aumentando la producción en función de la demanda y adecuando los precios. Pero la escasez es consecuencia del coste energético y éste es un parámetro termodinámico que no se equilibra con gasto financiero.

Antes de la explotación masiva de los combustibles fósiles, y en particular del petróleo, la agricultura primitiva había permitido que la población aumentara hasta cerca de mil millones de habitantes en todo el planeta. Con el aumento de la producción de petróleo, la población se ha expandido en unas tasas de crecimiento sin precedentes en la historia de la Humanidad.

El decrecimiento del flujo energético mundial es un disparo en la línea de flotación del actual capitalismo globalizado, basado en la necesidad de crecimiento y acumulación constante, que no nos olvidemos se basa en un consumo energético al alza indefinido. El capitalismo financiero se ha alimentado de la expansión del crédito, y de la creación de dinero ficticio, a ritmos de dos y tres veces el crecimiento de la “economía real”. La creación de deuda a todos los niveles (de individuos, familias, empresas, estados), ha generado en una importación de capitales del futuro hacia el presente como forma de impulsar el crecimiento del capitalismo global. Pero este capitalismo “virtual” ha entrado en crisis cuando esa expansión especulativa se ha vuelto insostenible, y además cuando ha empezado a incidir sobre el crecimiento de la “economía real” (que en definitiva sostiene todo el sistema) el fuerte incremento del precio de la energía.

Distribución energética per cápita mundial. Fuente: AEREN Pedro Prieto
El problema central sigue siendo como continuar proporcionando energía en un mundo en el que los recursos están limitados y en declinación. El objetivo real no es sostener el PIB lo más alto posible, sino asegurar nuestras necesidades, y sólo cuando tengamos esto bien claro empezaremos a ir mejor.

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